Irene González: «Participar en las prácticas en otro país, con su correspondiente idioma y cultura, resulta mucho más excitante»

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Catania por Irene Gómez, estudiante de Bellas Artes

La estancia académica anual ha sido una experiencia que repetiría sin lugar a duda, por lo que os animo a ello.

Catania está siempre en constante movimiento al ser una ciudad, pero sin la frialdad de una metrópolis. Tiene un patrimonio cultural de la Humanidad al alcance de cualquiera; además de que al inicio de curso,  solicitando una tarjeta que acredite que eres estudiante o la de la propia Accademia, el acceso es gratuito.

 La cultura está en constante movimiento y la ciudad cambia completamente de la mañana a la noche, existiendo siempre un evento cultural al que asistir. En cuanto a la alimentación, es sana y abundante. Respecto a la educación académica, me pareció completamente diversa, en primer lugar porque mientras que en España el sistema funciona con el Grado, allí se divide en Trienal + Bienal, un 3+2 de formación básica y especialidad, sumando a la optatividad desde la trienal, asignaturas como restauración y escenografía con un mayor estudio de los clásicos. Siendo Erasmus, el curso no influye en la elección de asignaturas.

 He de decir que  pese a esta mayor optatividad, la universidad dispone de escaso material de préstamo,  cosa que en Altea abunda. La realización de los exámenes consta de práctica y teoría en cualquier asignatura. La teoría consiste en una exposición oral de lo aprendido, convirtiéndose esta en un diálogo con el profesor y libertad de aportación en la investigación en los conocimientos aprendidos, lo que ayuda a desenvolverse en el diálogo formal. Para ello, asistí a unas clases de italiano organizadas y financiadas por la Accademia que se impartían en una escuela ajena al centro, que empezaban al tiempo de las clases, en octubre, pero terminaban a los dos meses de la estancia. 

Las dificultades que pueden surgir, sobre todo, es el hecho de que la Accademia se divide en tres sedes lejanas entre ellas, y la secretaría Erasmus está en la más lejana, por lo que tener clases seguidas en las diferentes sedes se convierte en algo un poco complicado de compaginar. Percibieron la necesidad de subsanarlo, aunque desconozco cómo se está gestionando en estos momentos. Otra dificultad es la tardanza en hacer públicos los horarios del segundo cuatrimestre, lo cual dificulta los cambios del Learning Agreement.

Lo que más me gustó, sin duda, fue que se hacía al alumno partícipe en muchas prácticas,  situándolo cercano al mundo laboral, al igual que se hace en Altea, con exposiciones u otro tipo de acciones, dependiendo de la asignatura, aunque cabe decir que siendo otro país con su correspondiente idioma, resulta mucho más atractivo y excitante. Y pese a que en ocasiones resulte un poco más complicado, merece la pena.

Texto y fotografía: Irene González
Outgoing Erasmus
Estudiante de Grado en Bellas Artes en Catania (Italia)