Memorias de un médico de la UMH en África (I)

M-seleccion-1-1-768x658

Mariano Pérez en Rwanda

Mariano Pérez Arroyo es el responsable del Programa de Cooperación de la UMH en Ruanda, enfocado a formar personal sanitario y mejorar la calidad educativa para que el país se desarrolle. Desde hace más de veinte años, Mariano atiende a personas enfermas en pleno corazón de África. Se especializó en neurofisiología; no obstante, en África ejerce de «médico del pueblo» y aplica todos los conocimientos y técnicas a su alcance. La falta de recursos del país no es lo único que dificulta la labor cooperativa; también lo es la falta de personal. Mariano es uno de los sólo ocho médicos -actualmente cinco en funciones- que atienden a una población superior a la de Alicante.

Pese a las dificultades, a Mariano no le tiembla la voz cuando afirma que no volvería a España. Le gusta ser médico rural, saber el nombre y apellidos de cada uno de sus pacientes, conocer a sus familias y visitar sus cabañas los domingos. Mariano convive con diversas contradicciones y su día a día transcurre en un mundo que presenta significativas diferencias con respecto al nuestro.

Éste es el primero de una serie de capítulos que Mariano nos hace llegar desde África. En ellos no sólo recoge las novedades relativas a la UMH en Rwanda, sino que nos acerca a la historia del país, refleja su día a día allí y lo hace a través de protagonistas: niños, madres, padres; personas. Las cartas se publicarán íntegras y sin apenas modificaciones, con el objetivo de mantener intacta la esencia de las reflexiones de Mariano. Las fotografías son enviadas por él mismo o extraídas de su página web.


Memorias de un médico de la UMH en África (I)

Tengo la sensación llevar en África un largo periodo de meses, pese que abandoné España poco antes de las fiestas navideñas. El tiempo tiene aquí otra dimensión y en este periodo tan corto, he vivido acontecimientos que han alargado mi percepción del espacio transcurrido.

cita2Esas fiestas pasaron sin dejar huella. Ni la Navidad ni la fiesta del nuevo año representan algo importante en estos países, en los que para la mayoría de la gente sobrevivir es una lucha diaria que ocupa por entero su actividad. Esas fechas son para los católicos fiestas religiosas y muchos de ellos las pasan unidos a ceremonias conmemorativas que se desarrollan en las iglesias.
La religión es aquí, como en toda África, un fenómeno espiritual que invade la vida personal y familiar de sus habitantes. No concebirían la vida sin ella y les llama mucho la atención nuestra falta de creencias espirituales.

[wpex more=»Sigue leyendo» less=»Leer menos»]

La mayoría de la población de Rwanda es católica. Fueron los llamados Padres Blancos, en realidad la orden se llama “Misioneros de África”, los que trajeron e inculcaron esta religión en todos los ámbitos. El último rey rwandés se bautizó y se convirtió al catolicismo en 1943, es decir ayer, y cuando recuerdo esta fecha me doy cuenta una vez más que la historia de África, me refiero a una historia escrita y documentada, está todavía en sus comienzos. La escritura de su lengua se materializó alrededor de 1920, también por los llamados Padres Blancos y todos los periodos de historia anteriores se conocen con precisión aproximada por la tradición oral. Si bien desde 1894, fecha en la que llega el alemán Adolf Von Götzen a Rwanda, ya disponemos de algunos datos fidedignos sobre la historia contemporánea.

Exterior de la sala de teleconferencias, donde se impartirá todo tipo de formación / Mariano Pérez

Yo, que me ajusto al perfil de blanco poco creyente y sobre todo poco practicante, he pasado las fiestas sin pena ni gloria, aunque no lo lamento, porque para mi la Navidad siempre tuvo un algo de tristeza y una sensación de alegría obligada que no me seducían.
Curiosamente las ceremonias religiosas de este país me atraen mucho y suelo acudir a aquellos acontecimientos que tienen una especial relevancia, o en ocasiones a las misas que se celebran en pequeñas parroquias perdidas de las montañas.
Las iglesias siempre están llenas a rebosar y a veces es difícil poder entrar en ellas, aunque como me ven blanco y me conocen como médico suelen dejarme paso e incluso cederme un sitio para que me siente. Siempre recuerdo un frase de la novela de las almas muertas de Gogol en la que se decía, “estaba la iglesia llena y entró el alcalde”… Pues algo parecido.

En otros aspectos mi vida sigue con el trabajo cotidiano del hospital y la dirección de los proyectos todavía no acabados que corresponden al 2015. Solo nos queda la sala de teleconferencias, que las humedades impiden pintar y equipar con los muebles encargados, para finalizar oficialmente el período del año anterior. Ya hemos terminado las consultas externas y la sala de formación con cuarenta plazas. También hemos puesto en marcha, pero no inaugurado, las consultas de Oftalmología, Psiquiatría, Psicología, Odontología y Neurología.
cita1La sala de formación ha quedado como un pequeño anfiteatro y me siento muy orgulloso de ella. Mi actividad en el hospital es incesante y me absorbe física e intelectualmente. Cuando empecé con la idea de instalar una consulta de neurología en un pequeño hospital de la montaña, nunca pude imaginar que terminaría haciendo todo tipo de medicina, pero la realidad ha superado a todo lo que pude imaginar.
En realidad más que un neurólogo soy un medico de pueblo, pero de los antiguos, aquellos que muchos jóvenes no conocieron y que tenían que resolver cualquier contingencia, fuese la que fuese. Infiltro articulaciones, curo heridas, trato niños epilépticos, y todas las demás actividades de un hospital.

Mi contacto con los enfermos es especial, los blancos estamos rodeados de un halo de sabiduría y son muchos los pacientes que vienen y preguntan por el médico blanco que hay en el hospital. Cuando tratan de contarte lo que les pasa, te describen miles de síntomas, que cuando no estas hecho a este mundo, te desesperan. Puede dolerles una rodilla y a la vez una muela y por más que intentes separar unas cosas de otras esto no es posible. Tardé en comprender que la enfermedad para ellos es un todo y un médico tiene que solucionarles el problema de su salud para sentirse bien en su totalidad.

Hoy una mujer de edad avanzada ha acudido a la consulta con debilidad en las piernas y por tanto con dificultad para andar. Me la han enviado teóricamente para solucionar ese problema, pero cuando le he preguntado por su enfermedad me ha señalado un lugar de su paladar diciéndome que sentía dolor en esa zona. También tenía dolor en un codo y además las digestiones no eran muy buenas y describía un dolor de esófago en posible relación con reflujo gástrico. Al final le he preguntado por su dificultad para andar y ha reconocido que sí, que ademas de lo anterior, le era difícil andar incluso cortas distancias por falta de fuerza.  Cuando he terminado la consulta le había pedido una radiografía lumbar, le he dado un antiséptico para la ulcera del paladar, he infiltrado una bursitis del codo, he recetado un medicamento para su reflujo y, lo más importante, he diagnosticado una neuropatía. Se ha ido contenta, porque he tratado su enfermedad en singular, es decir todos sus síntomas como parte de un todo.

M-seleccion 23 (1)

Edificio de consultas situado en la entrada del Hospital de Nemba, recientemente rehabilitado / Mariano Pérez

En España hubiera hecho un volante para el especialista de digestivo, para el traumatólogo y para la consulta de máxilofacial, además de pasar por radiología y mi consulta de neurología. Aquí todo es distinto. La enfermedad es un algo que invade el cuerpo de la persona y se manifiesta de muchas formas. El buen médico luchará contra ese ente, espíritu, ancestro, o lo que sea y todos los problemas desaparecerán.

¿Quién tiene razón? Tal vez ellos. En todo caso yo ya no intento convencerles de mi cuadriculada forma de ver la vida. Les trato todo y de tanto hacerlo mi visión de la enfermedad ha cambiado. Cuando un paciente entra en la consulta me pregunto qué puedo hacer por él y cómo puedo mejorarle la vida, y me empleo a fondo con mis conocimientos para reparar su organismo en todos sus puntos débiles.


Muy pronto el siguiente capítulo. Los textos de Mariano Pérez estarán recogidos en esta página.

[/wpex]