Lucía Asensi sobre su estancia en Países Bajos: «El principal regalo de mi experiencia Erasmus fue conocer a personas de todo el mundo»

Experiencias

paises bajos

25 febrero 2016

Lucía Asensi es licenciada en Psicología y actualmente cursa el Máster Universitario en Formación del Profesorado en la UMH. Realizó una estancia Erasmus en Países Bajos durante el curso académico 2011/2012; además de participar en varios programas de voluntariado, como el de Rwanda, sobre el que nos ha escrito anteriormente. Lucía Asensi anima a los estudiantes a participar en el programa: «cualquier experiencia internacional o nacional nos ayuda a aprender cosas sobre nuestra carrera, el mundo y nosotros mismos que ningún otro tipo de experiencia en nuestra zona de confort nos podría ofrecer«.  En esta ocasión nos cuenta su experiencia Erasmus en Países Bajos a través de un pequeño relato en el que se recoge la esencia de lo que, para muchos, implica una estancia Erasmus.

Erasmus (la del centro)Después de largas semanas de lluvia, aquel día amaneció regalándonos un cielo soleado y una añorada calidez. El día, a pesar de soleado, había sido cansado, atareado y bullicioso, sin prometer nada más que el típico pasar de las horas de cualquier otro rutinario día de estudio.

Esa noche toda Europa esperaba ansiosa el partido de la semifinal europea en las que competirían Alemania con Italia para llegar al tan esperado último partido con España, mi país de origen. Irine, Mary y yo habíamos decidido salir a tomar una cerveza juntas al centro de la ciudad para aprovechar aquella cálida noche que había decidido no convertirse en tormentosa, y disfrutar del ambiente futbolero y del movimiento que se había generado en aquella maravillosa ciudad holandesa.

Nos encontrábamos sentadas en una pequeña plaza cercana a la zona donde los jóvenes estudiantes de la ciudad pasaban la mayor parte de sus horas libres (y no tan libres) bailando, cantando, bebiendo, etc. Ese día, la plaza lucía rebosante de mesas y sillas que los propietarios de los bares habían sacado con la escusa del partido y del buen día tan poco común en aquellos altos países bajos. Era tarea difícil encontrar una mesa libre donde sentarse a ver el partido y disfrutar de una cerveza fresquita pero, después de unos minutos de paciencia, las tres conseguimos sentarnos en una mesita en lugar privilegiado, justo en frente de la televisión donde se emitiría el partido.

Los jóvenes y las cervezas iban y venían, los atractivos camareros se mostraban sonrientes a pesar del estrés, pululando de un lado a otro de la plaza acompañados por una banda sonora de bullicio, gritos, risas y uys y ays producto del interesante partido de fútbol. Por diferentes motivos, alguna de nosotras apoyaba a Italia y alguna otra a Alemania, por lo que parecía que la tarde estaría reñida. Nos disponíamos a ver el partido…

Todavía sigo sin saber muy bien cuánto tiempo estuvimos allí sentadas. De pronto, el partido había acabado y ni siquiera sabía quién había ganado o cuántos goles había metido cada equipo. Ninguna de nosotras lo sabía a pesar de estar rodeadas de gente que gritaba cuando se metía un gol, y sentadas frente a la televisión donde se emitía el partido. De pronto, descubrí, que había pasado las horas contando y escuchando historias, anécdotas, preocupaciones y motivaciones personales que nunca habría creído capaz de contar o escuchar a personas a las que conocía tan pocos meses y que venían de países tan diferentes al mío. Descubrí que acababa de abrir completamente mi corazón, mi cerebro y mi yo más profundo, y a veces incomprensible e incluso risible, a dos personas cuya existencia desconocía hacía tan poco… pero de las cuales, entonces ya no podía prescindir. Fue entonces cuando me di cuenta de que había encontrado a alguien con quien podía hablar como conmigo misma a pesar de no compartir la misma lengua materna. Fue entonces cuando comprendí, que el principal regalo de mi estancia Erasmus, además de la experiencia, la lengua, las nuevas asignaturas de calidad, etc., eran ellas y cada una de las personas de diferentes países del mundo que allí conocí, puesto que a partir de entonces, sus rostros y personalidades sustituyeron a todos los estereotipos que mi/nuestra ignorancia pudiera haber creado.

Gracias Erasmus.

Gracias.

Texto y fotografía: Lucía Asensi Abad
Licenciada en Psicología
Outgoing Erasmus a Groningen (Países Bajos), 2011/2012 


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